jueves, 17 de marzo de 2022

Hay cosas que no se enseñan o, si sí, tienen que ser explicadas.

Cuando estamos aprendiendo a una lengua extranjera, una de las estrategias más utilizadas es cantar músicas en tal idioma. En general se eligen las más conocidas, las más clásicas o a los sucesos del momento. Con la enseñanza de portugués, eso pasa con mucha frecuencia; todos quieren cantar y bailar como hacen los brasileros (considerando, claro, que la variante sea portugués de Brasil).

Los libros didácticos solen traer canciones para ser trabajadas, pero los alumnos hacen sugerencias y es ahí donde está el “peligro”. Yo, por ejemplo, tuve que rendirme a “Ai Se Eu Te Pego” de Michel Teló, que se tornó una especie de Macarena, de Los Del Río. “Nossa, nossa, assim você me mata”, se cantó y se bailó por todo el mundo. He analizado a la canción, vi que la letra no tenía nada malo (aunque nada bueno tampoco), reconocí el fenómeno musical que el ritmo se había tornado y trabajé con ella.

Sin embargo, hay canciones que no deben ser enseñadas. Un ejemplo es “Nega do Cabelo Duro”, de Luiz Caldas, que algunos de ustedes tal vez la conozcan como “Violeta”. A esta canción, nosotros en Brasil la cantamos y bailamos muchísimo desde el año 85 cuando fue lanzada. Pero hoy es "políticamente incorrecta"; primero por hacer alusión al racismo y, segundo, por misógina, machista y sexista. Por estos motivos, la canción, hace mucho, está “cancelada” en Brasil. El mismo autor dijo en entrevista que hoy son otros tiempos y que no volvería a letrarla de esta forma. Y veamos el porqué.

La canción ya empieza mal en el primero verso: “nega do cabelo duro que não gosta de pentear”. La expresión “nega do cabelo duro” es extremadamente peyorativa y por mucho tiempo, la mayoría de las negras, y los negros también, intentaban tornarlos lacios hasta porque muchos de ellos estaban “convencidos” que sí, su pelo era duro. Y “que não gosta de pentear” sugiere falta de cuidado con el pelo, cosa sucia, lo que en nada es verdad. Por suerte, las generaciones se fueran sucediendo y, a cada una de ellas, el pelo de los negros se ha tornado motivo y símbolo del orgullo preto. Sí, PRETO, no más negro. Es así que se reconocen después de mucha lucha. El pelo que conocemos como “black power” es la corona que simboliza su lucha (que debería ser de todos nosotros) y que sigue a cada día.

Y lo que empezó mal se pone peor aun cuando “…o negão começa a gritar: pega ela aí, pega ela aí! Para quê? Pra passar o batom…”. Es casi la descripción de un estupro. “Passar o batom” no es pasar batón en los labios. En este caso, “batom” pasa a ser asociado al órgano masculino. Y sigue la letra (voy a intentar explicarla sin ser bajo como ella). “...De que cor? Violeta. Na boca e na bochecha…”. Bueno, “bochecha” (se pronuncia /bushesha/) es mejilla o cachete en castellano. Al utilizar la palabra “bochecha” como rima para “violeta”, la intención era que ella fuera sustituida por otra palabra que termina con “eta” e que se refiere al órgano sexual femenino de forma bastante baja. Y, claro, cuando la cantábamos lo hacíamos con la palabrota terminada en “eta”.

La misma estrategia se repite em “pega ela aí, pega ela aí! Pra quê? Pra passar o batom. De que cor? De cor azul. Na boca e na porta do céu...”. Basta ver que “azul” no hace rima con “céu”. La intención era que “céu” fuera reemplazada por una palabrota que termina con “u” y que se refiere al ano de una forma bastante baja también. ¿Y adivina como la cantábamos todos?

A lo que voy, es que si vienen a Brasil no la canten para mostrar que saben portugués porque la cuestión antirracismo, así como la feminista está muy fuerte. No hay más tolerancia, que es como tiene que ser. Claro que es una discusión larga, pero hay que ponerse en la piel de una mujer y más si es negra. Aunque divertida, la canción no es ninguna obra prima (está lejos de esto) y Luiz Caldas tiene cosas mucho mejores. Y, no se olviden, hoy en Brasil no basta no ser racista; hay que ser antirracismo. Perdón si metí la pata, pero me pareció importante que supieran de eso.

El hecho es que los tiempos son otros, y son mejores. Debemos, y me refiero directamente a los profes, nos adaptar y cuidar mucho al elegir lo que vamos a enseñar. Todos, aunque no seamos racistas, misóginos, sexistas, aunque no tengamos prejuicios, traemos trazos que están arraigados en nosotros y, mismo sin querer, terminamos por decir, hacer o pensar cosas que hieren. Y así perpetuamos el prejuicio.

Por último, pido a los grupos de música brasilera en nuestras festas patrias en suelo extranjero que, por favor, sepan elegir a las canciones. Para bailar y cantar en portugués, buena música no falta.
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