Hay muchas teorías que intentan dilucidar cuáles, cuándo, cómo, por qué y de dónde, los pueblos prerromanos habrían llegado a Iberia. Pero, lo que nos importa es cómo quedó configurado el escenario por donde ocurrirían eventos históricos decisivos para la formación de las Lenguas Ibéricas: por un lado, los celtas; del otro, los iberos.
Entre celtas e iberos existían diferencias marcadas, tanto culturales como físicas. Además de eso, cada uno de esos pueblos estaba formado por varias tribus con características independientes, unidas por una lengua y costumbres comunes. Sumando las diferencias obvias entre los dos grupos con las diferencias existentes entre las tribus que los formaban, el resultado no podría ser otro sino el surgimiento de una inmensa variedad de pueblos; una variedad que fue acentuada por la topografía y las necesidades naturales de cada uno.
En el limítrofe rango central, esas culturas se fusionaron y originaron los pueblos celtiberos, con características, lógicamente, celtas e iberas. Los celtiberos eran un pueblo en particular formado por un grupo de tribus de la meseta central, aunque algunos historiadores consideran que este concepto híbrido abarca una gama más extensa, incluyendo otros pueblos, entre ellos, los lusitanos, referencia de la cultura portuguesa, y cuya historia todavía no ha sido completamente dilucidada. Las noticias que se tienen son aquellas que antiguos historiadores griegos y romanos dejaron en sus escrituras: hablan de un pueblo con características célticas, 'el mayor y más aguerrido de los pueblos celtiberos y lo que resistió más ferozmente a la ocupación romana'. Sobre ellos, hay mucho que ser estudiado todavía y, una de las cuestiones cruciales, es si serían celtiberos o célticos.
A esa altura, la península ya se ha convertido en una enorme caldera lingüística. Aunque las fronteras eran inciertas, había tres grandes grupos que se podían identificar: el de las lenguas indoeuropeas célticas; el de las lenguas aisladas iberas, que hasta hoy no se encajan en ninguna de las familias lingüísticas conocidas; y el de las lenguas celtiberas, una combinación de las dos anteriores.
Dentro de esos grupos, había aun lenguas y hablares que se encontraban en estatus evolutivos diferentes: en algunas zonas, pueblos, como tartesios y vascos, ya habían definido sus lenguas como influyentes regionales; en otras, se identificaban zonas dialectales, cuyas tribus, todavía ensayaban la formación de lenguas como la galaica y la lusitana.
Como si no bastase, focos griegos y púnicos (fenicios primero y cartaginenses más tarde) surgían por todo el litoral mediterráneo e influenciaban la formación de los hablares cercanos. El griego era la lengua de las élites, representante de la cultura más rica de la época. El púnico era una evolución del fenicio hablado por los cartagineses que habían invadido la península a causa de las guerras púnicas.
No es accidental el modo subjuntivo usado hasta aquí: 'serían, habrían sido, es probable que, tal vez...'.
Con el legado lingüístico de esa época no podrá ser diferente. Hay que considerar el carácter investigativo de los estudios, ya que los especialistas todavía buscan determinar si (y cuáles) aspectos lingüísticos se originaron en ese o en aquel pueblo. La mayoría de estas contribuciones son discutibles, pero no se las puede ignorar.
Con la mayoría de estas lenguas extinguidas y los escasos elementos arqueológicos encontrados, lo que queda es un rompecabezas difícil de montar. Las piezas están todas en la mesa.
Mucho se ha dicho que el portugués tiene sus orígenes en el latín y que sería una evolución de ésta. Y es verdad. Pero también es verdad que todo esto fue construido sobre bases celtas e iberas. Estas lenguas NO, simplemente, murieron.
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Si querés seguir el viaje, en las entradas abajo podrás ver más.
0- Para Aprender Portugués- texto introductorio
3- La Iberia Prerromana
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